domingo, 31 de enero de 2016

FRAUDES CIENTÍFICOS: “Trampas en la historia de la ciencia.”

FRAUDES CIENTÍFICOS: “Trampas en la historia de la ciencia.”


Introducción  

            No sólo los espectáculos y el mundo de los negocios parecen estar “manchados” por el fraude, el plagio y demás yerbas. En el fascinante mundo de la ciencia -donde muchos científicos quieren un lugar privilegiado en los libros-, también. La sed por fama y reconocimiento, entonces, no sólo está ligada al mundo de la televisión, el cine, la radio y los libros, sino también en lugares insospechados como el universo científico, en donde lograr un asombroso descubrimiento, proporcionar nuevos principios que ayuden a mejorar o explicar la naturaleza misma, o bien el sólo hecho de llevar –quién sabe– el nombre de uno en alguna ley y pasar a la historia con ella, parecen ser el boleto más fácil para alcanzar la inmortalidad. ¿Fácil? No, sólo es fácil para aquellos que recurren a la trampa, al engaño, al timo. Sólo es fácil para aquellos científicos que piensan que jamás se descubrirá que ellos son parte del tema que en este informe se tratará y ejemplificará: el fraude científico.

Desarrollo

El fraude científico ha estado contaminando la ciencia desde sus principios, teniendo registros hoy en día de decenas de casos. Pasando por casos de personajes muy conocidos y relevantes como Gregor J. Mendel (20 de julio de 1822 – 6 de enero de 1884), el padre de la genética, quien en 1865 inventó los datos y registros que le permitieron demostrar la herencia simultánea de varios caracteres y otros menos conocidos, pero no menos importantes, como el caso de John Roland Darsee (nacido en 1948) quien se inventó los datos y las conclusiones de muchos artículos y resúmenes de conferencias sobre medicina, en especial en el ámbito de la cardiología, a lo largo de toda su carrera. Este caso tiene gran importancia al poner en marcha por primera vez la maquinaria legal estadounidense para sancionar este tipo de conductas al margen de las medidas que adopte la comunidad científica.
Este informe girará en torno a un controversial caso, más reciente. El mismo relaciona la física con la biología, elegido por el autor de este informe debido a que el Espacio Curricular al cual está dirigido es, justamente, Física Biológica, en la que los contenidos propios de la Física se relacionan con la Biología para poder explicar centenares de sucesos, hechos y teorías biológicas, dejando en claro que la vida misma se rige con las leyes universales planteadas desde el ámbito de la Física. Esta materia, por su parte, forma parte del plan de Profesorado de Tercer Ciclo de la EGB y la educación POLIMODAL en BIOLOGÍA.
Una noticia periodística en el año 1999 publicada por el diario español El Mundo publicó:


“Un organismo estadounidense ha determinado que las conclusiones de dos estudios publicados en 1992 sobre el riesgo de cáncer asociado a los campos electromagnéticos son un fraude. Según un informe oficial, el autor de los trabajos fabricó los datos. Un científico falsificó dos estudios sobre los campos electromagnéticos.”
5/9/1999 – Diario “El Mundo”.
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            ¿Quién fue el científico del que habla la noticia publicada? Fue el profesor Robert P. Lidburdy, quien alteró los datos de su estudio, los cuales fueron publicados, para que dieran la razón a su idea de que los campos electromagnéticos representan un peligro grave para la salud. Fueron dos estudios los publicados en 1992 sobre la relación entre los campos electromagnéticos y la salud.
            Las partículas con carga eléctrica generan un campo eléctrico debido a su carga pero, además, si están en movimiento, generan un campo magnético. A la acción conjunta de ambos campos se la denomina campo electromagnético. La propagación del campo electromagnético se realiza por medio de ondas electromagnéticas, como las ondas de radio, la luz visible, las microondas, los rayos X, los rayos ultravioletas, la radiación infrarroja, entre otras, que se propagan en todas direcciones. En el vacío, estas ondas avanzan a casi 300.000 km/s, es decir ¡unos impresionantes 3.108 m/s! A diferencia de las ondas acústicas (vibraciones que se propagan por un material, como el aire), las ondas electromagnéticas no necesitan de ningún medio material para poder transmitirse; por el contrario, en el vacío alcanzan su mayor rapidez.
            Una aplicación cotidiana de los campos electromagnéticos es la transmisión de señales, como las de radio o televisión. La radio, para poder realizar la transmisión, necesita un equipo que codifique, es una onda electromagnética, la información que se desea transmitir; luego, es necesario una antena emisora que pueda emitir en una determinada dirección con el objetivo de conseguir un alcance máximo. Entonces, la señal viaja a través de la atmósfera, llega a la antena receptora y pasa por un decodificador que restaura la señal original. Los teléfonos celulares, como se puede llegar a pensar, también hacen un amplio uso de los campos electromagnéticos para poder funcionar correctamente.
            Ahora bien, dado que la mayoría de los ciudadanos hoy en día parecen estar “atados” a sus teléfonos celulares, en una especie de esclavitud tecnológica justificada por la necesidad de comunicarse, es evidente que las ondas electromagnéticas de longitudes de onda muy diferentes a las del espectro visible entra en juego en la vida de los hombres a cada instante. De hecho, hay 4600 millones de contratos de telefonía móvil en el mundo. Debido a la información proporcionada por medios de comunicación debido a desastres como el de Chernóbil, en Ucrania, o más recientemente en Fukushima, Japón, forma parte del saber popular que la radiación puede ser nociva para la salud y que acarrea grandes consecuencias, a veces mortales. Sabiendo esto, ¿el uso continuo de los teléfonos celulares será perjudicial para la salud de una persona? Varios estudios tuvieron y tienen el objetivo de responder esta pregunta. Hasta la fecha, no se ha confirmado que el uso del celular tenga efectos perjudiciales para la salud. No obstante, en el pasado, ocurrió el fraude del que se habló párrafos arriba: “Robert P. Lidburdy maquilló los datos para que dos estudios que firmaba permitieran concluir que los campos electromagnéticos y eléctricos representan un peligro grave para la salud” (en "Fraudes", apuntes teóricos de la Prof. A. Bericúa).
            En 1992, Lidburdy, un científico del Laboratorio Lawrence Berkeley, Estados Unidos, manipuló las investigaciones para obtener los resultados que él deseaba, con el fin de afirmar que los campos electromagnéticos y eléctricos representan un peligro grave para la salud. Según sostenía en esta investigación, la radiación producida por estos campos altera la entrada de calcio en la superficie de las células, lo que influye directamente en las más relevantes funciones celulares. Estos resultados, según expresa la noticia periodística, le permitió al científico estadounidense recibir “más de tres millones de dólares en concepto de fondos de investigación, procedentes de varios organismos oficiales, para financiar futuros estudios sobre los campos.
            La manipulación de datos, y consecuente interpretación de “falsificación” que llevó al Laboratorio Lawrence Berkeley a la toma de decisiones administrativas contra él, se debe por sobre todo a que los defensores de los peligros de los campos electromagnéticos “estaban buscando desesperadamente un efecto físico, y el más cercano que se encontraron fue el indicador del calcio (Ca)”.





Posteriormente, más de 20 investigaciones sobre el tema fueron realizadas tras el fraude de Lidburdy y, sorprendentemente, no se han encontrado pruebas sobre si la exposición diaria a los campos electromagnéticos es perjudicial o no para la salud. De hecho, en Junio de 2011, un informe de la Organización Mundial de la Salud, disponible en el link que se suministra en Bibliografía y Mesografía, manifiesta sus propias conclusiones teniendo en cuenta posibles efectos a corto y largo plazo. A saber: “La principal consecuencia de la interacción entre la energía radioeléctrica [como las ondas de telefonía celular] y el cuerpo humano es el calentamiento de los tejidos. (…) El aumento de temperatura en el cerebro o en otros órganos del cuerpo es insignificante.


››En varios estudios se han investigado los efectos de los campos de radiofrecuencia en la actividad eléctrica cerebral, la función cognitiva, el sueño, el ritmo cardíaco y la presión arterial en voluntarios. Hasta la fecha, esos estudios parecen indicar que no hay pruebas fehacientes de que la exposición a campos de radiofrecuencia de nivel inferior a los que provocan el calentamiento de los tejidos tenga efectos perjudiciales para la salud. Los resultados de estudios realizados con animales coinciden en que la exposición a largo plazo a campos de radiofrecuencias no aumenta el riesgo de contraer cáncer.”


Conclusión

            Los fraudes han existido y, casi con total certeza, se puede afirmar que existirán, debido a que la ciencia misma no está exenta de las debilidades y errores humanos. En particular, este informe trató el fraude de Robert Lidburdy al manipular los datos de su estudio sobre el efecto de la constante exposición a las ondas electromagnéticas como las utilizadas en radiocomunicación, con el fin de obtener un beneficio económico para futuras investigaciones. Hoy en día, las múltiples investigaciones no corroboran sus ficticios datos, indicando que, por el momento, no se halla relación entre la exposición a las ondas y problemas en la salud de los ciudadanos, tal como afirman entidades reconocidas como la Organización Mundial de la Salud.

Bibliografía:

De Wolf, , Esther Novik y otros; “Físicoquímica”; Cap.7: Fuerzas y Campos; Ed. Estrada; Buenos Aires, Argentina; Noviembre 2010.
http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs193/es


H.R.Gómez



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