sábado, 13 de noviembre de 2010

De "Espantapájaros", Oliverio Girondo

Algunas maldiciones en homenaje a un espantapájaros, para aquél que trabaje en el octavo día, impuesto en el futuro por el presidente de algún país capitalista (re flashero):

Que los ruidos te perforen los dientes, como una lima de dentista, y la memoria se te llene de herrumbre, de olores descompuestos y de palabras rotas.
Que te crezca, en cada uno de los poros, una pata de araña; que sólo puedas alimentarte de barajas usadas y que el sueño te reduzca, como una aplanadora, al espesor de tu retrato. Que al salir a la calle, hasta los faroles te corran a patadas; que un fanatismo irresistible te obligue a prosternarte ante los tachos de basura y que todos los habitantes de la ciudad te confundan con un madero.
Que cuando quieras decir: "Mi amor", digas: "Pescado frito"; que tus manos intenten estrangularte a cada rato, y que en vez de tirar el cigarrillo, seas tú el que te arrojes en las salivaderas. Que tu mujer te engañe hasta con los buzones;
que al acostarse junto a ti, se metamorfosee en sanguijuela, y que después de parir un cuervo, alumbre una llave inglesa. (!)
Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto, para que los espejos, al mirarte,
se suiciden de repugnancia; que tu único entretenimiento consista en instalarte
en la sala de espera de los dentistas, disfrazado de cocodrilo, y que te enamores, tan locamente, de una caja de hierro, que no puedas dejar, ni por un solo instante, de lamerle la cerradura...

¡Es una perfecta maldición a aquellos que no respeten el día Osvaldo!




Publicado previo al 2007 - Puede no atribuirse al pensamiento actual.

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